miércoles, 24 de septiembre de 2008
CELOSA GUARDIANA DE LA SOLEDAD
Un diaria agonìa es poder contemplar
Como cada hora pasa a rabiar
Sentado en un lugubre rincòn
Esperando el insigne fallecimiento de la luz
Cubreme ! con la tètrica melodia del viento
Explorando el inhòspito laberinto de mi ser
Hablame ! con el lenguaje ilusorio del firmamento
Respirando cada palabra mia al verme fenecer
Transportame bajo tus alas para escapar
De las fauces de este mundo terrenal
Celosa guardiana de mi eterna soledad
Respondeme ! Quien me roba la felicidad ?
Limpias desde el fondo de mi alma herida
Heridas de una vida ingrata y vacìa
Extasiado en tu silencio hallarè una esperanza
Para destruir un maldito anhelo de venganza
Reclamo las ganas de volar contigo
sin importar cual sea el unico camino
Volver a nacer sobre tu cielo perfecto
Y jamas huir como defensa a un amor perpetuo
Precioso angel de la soledad
Concebimos algo mas que una simple amistad
Te ruego nunca me dejes expirar
Sin antes poderte abrazar para despues morir en paz
EL MAS BELLO DOLOR
Sentì en mi interior
El mas bello dolor
Abrièndose paso en mi ser
Matando todo lo que nunca pude tener
Recuerdas la imagen que se grabò
En el suelo de tu agrietado corazòn
Dijiste que nada volverìa a ser igual
Y al final acabo muriendo de soledad
No importa quien empiece a caer
Solo se que el polvo vas a morder
Como tu nadie supo entregar
Tierno veneno que acelera mi ansiedad (Por morir)
Privandonos de compartir
la estupida dicha de ser feliz
Cada ocaso junto a mi !
Cada penumbra junto a ti !
El jardìn encantado se inundò
Un sangriento rio lo consumiò
Cubierto entre espinas tu cuerpo duerme
Reconociendo que amar tambièn duele
El amor que alguna vez sembramos eclipasarà
sus cenizas dentro tu alma vagaràn
Al golpe de gritos suplicando escapar
De esta pesadilla que lleva tu nombre sobre un muladar
jueves, 11 de septiembre de 2008
EL ANGEL Y EL NIÑO
El nuevo año ha consumido ya la luz del primer día;
luz tan agradable para los niños, tanto tiempo esperada y tan pronto olvidada,
y, envuelto en sueño y risa, el niño adormecido se ha callado...
Está acostado en su cuna de plumas; y el sonajero ruidoso calla, junto a él, en el suelo.
Lo recuerda y tiene un sueño feliz:
tras los regalos de su madre, recibe los de los habitantes del cielo.
Su boca se entreabre, sonriente, y parece que sus labios entornados invocan a Dios.
Junto a su cabeza, un ángel aparece inclinado:
espía los susurros de un corazón inocente y, como colgado de su propia imagen,
contempla esta cara celestial: admira sus mejillas, su frente serena, los gozos de su alma,
esta flor que no ha tocado el Mediodía :
«¡Niño que a mí te pareces, vente al cielo conmigo! Entra en la morada divina;
habita el palacio que has visto en tu sueño;
¡eres digno! ¡Que la tierra no se quede ya con un hijo del cielo!
Aquí abajo, no podemos fiamos de nadie; los mortales no acarician nunca con dicha sincera;
incluso del olor de la flor brota un algo amargo;
y los corazones agitados sólo gozan de alegrías tristes;
nunca la alegría reconforta sin nubes y una lágrima luce en la risa que duda.
¿Acaso tu frente pura tiene que ajarse en esta vida amarga, las preocupaciones turbar
los llantos de tus ojos color cielo y la sombra del ciprés dispersar las rosas de tu cara?
¡No ocurrirá! te llevaré conmigo a las tierras celestes,
para que unas tu voz al concierto de los habitantes del cielo.
Velarás por los hombres que se han quedado aquí abajo.
¡Vamos! Una Divinidad rompe los lazos que te atan a la vida.
¡Y que tu madre no se vele con lúgubre luto;
que no mire tu féretro con ojos diferentes de los que miraban tu cuna;
que abandone el entrecejo triste y que tus funerales no entristezcan su cara,
sino que lance azucenas a brazadas,
pues para un ser puro su último día es el más bello!»
De pronto acerca, leve, su ala a la boca rosada...
y lo siega, sin que se entere, acogiendo en sus alas azul cielo el alma del niño,
llevándolo a las altas regiones, con un blando aleteo.
Ahora, el lecho guarda sólo unos miembros empalidecidos, en los que aún hay belleza,
pero ya no hay un hálito que los alimente y les dé vida.
Murió... Mas en sus labios, que los besos perfuman aún, se muere la risa,
y ronda el nombre de su madre;
y según se muere, se acuerda de los regalos del año que nace.
Se diría que sus ojos se cierran, pesados, con un sueño tranquilo.
Pero este sueño, más que nuevo honor de un mortal,
rodea su frente de una luz celeste desconocida,
atestiguando que ya no es hijo de la tierra, sino criatura del Cielo.
¡Oh! con qué lágrimas la madre llora a su muerto
¡cómo inunda el querido sepulcro con el llanto que mana!
Mas, cada vez que cierra los ojos para un dulce sueño,
le aparece, en el umbral rosa del cielo, un ángel pequeñito que disfruta
llamando a la dulce madre que sonríe al que sonríe.
De pronto, resbalando en el aire, en tomo a la madre extrañada,
revolotea con sus alas de nieve
y a sus labios delicados une sus labios divinos.
ARTHUR RIMBAUD
jueves, 4 de septiembre de 2008
EVOCANDO A MR. POE
UN SUEÑO DENTRO DE UN SUEÑO
Toma este beso en tu frente!
Y, en el momento de abandonarte,
déjame confesarte lo siguiente:
no te equivocas cuando consideras
que mis días han sido un sueño;
y si la esperanza se ha desvanecido
en una noche o en un día,
en una visión o fuera de ella,
¿es por ello menos ida?
Todo lo que vemos o parecemos
no es más que un sueño en un sueño.
Yo permanezco en el rugido de una ribera
Yo permanezco en el rugido de una ribera
atormentada por las olas,
y aprieto en la mano granos de arena de oro.
¡Qué pocos y cómo se escurren
entre mis dedos al abismo,
mientras lloro, mientras lloro!
¡Oh Dios!, ¿no puedo yo estrecharlos
con más ceñido puño?
¡Oh, Dios!, ¿no puedo salvar
ni uno, de la despiadada ola?
¿Todo lo que vemos o parecemos
no es más que un sueño dentro de un sueño?
EDGAR ALLAN POE
martes, 2 de septiembre de 2008
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